Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en Excessive Instances en Español.
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Un poco fue el encierro, otro poco la manija. Pero más, mucho más, el escape a cierta timidez. Así fue cómo Octavio “Chavo” Saraintaris puso en suspenso sus ganas de estudiar stand-up y volcó en la intimidad del papel toda esa pulsión de hacer comedia que llevaba encima.
Hoy, a poco más de dos años de haber comenzado con Chavo Escrotito, su reverso dibujante en el que explora chistes volados, absurdos y fumones, Saraintaris se convirtió en uno de los más destacados humoristas gráficos del 2022.
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“Quería desarrollar alguna habilidad que no tuviera. Voy a probar dibujando”, se dijo Chavo en plena pandemia cuando compró dos cursos en la plataforma Domestika: uno de formas, otro de cómics. “Si el chiste es bueno y el dibujo zafa, la cosa va. Pero al principio no zafaba nada”, tira el nacido en Don Torcuato, en la zona norte del Gran Buenos Aires.
Los cursos le dieron algunos conocimientos básicos para dibujar cuerpos. “Parece que mis personajes están de costado pero están de frente”, bromea el ilustrador de 29 años.
Chistes de escrotos
Empezó con una cuenta de Instagram llamada @escrotito, pero perdió el password. ¿Por qué “Escrotito”? Porque los testículos le dan mucha gracia. “Son dibujos crotos. Escrotos. Escrotito. Me gusta el concepto”.
Y en su proceso creativo está completamente presente el issue ocurrencia y, por supuesto, gravita con peso la espontaneidad. Por eso, cualquier pavada que se le ocurra va a parar al bloc de notas de su celular.
Mientras lo abre para mostrar su trabajo, asoma el spoiler de algunos chistes que vendrán: “Los tres cerditos y el Lobo de Wall Avenue”, “Soy tu yo-yo del futuro”, “Metallica antes de que se cree el metallic: Maderallica”.
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“Me obligo todos los días a dibujar seis o siete chistes. De esos, publico dos y el resto los voy guardando. Por ahí en un día subo tres o cuatro”.
La viralidad
En tanto, el primer aval de las redes sociales vino del Dr. Kurnicopia, common dibujante 420, que compartió un dibujo suyo en su feed y, de sopetón, subió 1000 seguidores.
También, el mismísimo Esteban Podetti suele tirarle buena onda y el legendario Sergio Langer lo recomendó para publicar en la Revista Barcelona, donde lo hizo durante los últimos 15 números.
¿Su publicación más viral? La del Bebito Bebito Füführer, en referencia al viral “Mi Bebito Fiu Fiu”, una canción paródica que fue tendencia en todas las redes sociales y que Chavo Escrotito le encontró un giro gracioso.
De golpe, el Bebito Füführer, con clara referencia al bigotito de Adolf Hitler, empezó a round en grupos de WhatsApp, síntoma de popularidad absoluta. “Encima lo dibujé como el orto”.
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Entre sus influencias, Chavo reconoce a Podetti que “tiene un humor muy inteligente” y al fallecido John Callahan, ilustrador norteamericano conocido por tratar temas macabros y discapacidades físicas. “Callahan tuvo un accidente de autos, quedó en silla de ruedas y siempre hizo chistes muy borders. Se manejaba al borde del humor”, cuenta.
Por estos días, Chavo Escrotito supera los 10.000 seguidores en Instagram, está por sacar un fanzine junto a la cervecería Temple Bar, viene de hacer unas ilustraciones para una botella de caña con ruda, de escribir unos chistes para la serie de YouTube Un Mundo Sin… y de guionar y dibujar un corto llamado Ascensor, con dirección de Matías Sinay y Picho Brazo.
La vez que terminó en el médico por fumar porro
Usualmente, Chavo le da dos secas al porro y listo, ya está. Suele fumar en la casa de su familia, junto a sus (¡seis!) hermanos, mientras ven películas. “A mí no me funciona para la ocurrencia. Fumo y me quedo ahí. Y lastro, me como todo. Para ver películas me encanta”, devela.
De hecho, su humor está tan signado por el espíritu 420 que, cada vez que lo reconocen (no suele mostrarse en redes sociales), le adosan una personalidad cannábica. Pero no, puro prejuicio: “Nada que ver”, se ataja. “Como soy bastante tímido, digo que ‘sí’ y la dejo seguir”, sigue.
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Sin embargo, esto de fumar en casa de sus padres es algo totalmente nuevo. No siempre pasó. De hecho, sus viejos no lo aceptaban. Y esta ristra de “peros” anida en una vieja anécdota que lo tiene al Chavo como protagonista.
“A los 15 fumé una banda sin saber cómo se fumaba. Fuimos con uno de mis hermanos a las cinco de la mañana a un McDonald’s. Ahí, me empecé a sentir mal: ‘llevame a casa’, le dije. Sentía que se me salía el corazón del pecho. Entré al cuarto de mis viejos y les dije que estaba teniendo un infarto. Me llevaron al médico y yo no había dicho nada que había fumado. Llegamos al hospital y estábamos los cuatro: mamá, papá, la médica y yo. ‘Vos fumaste’, me acusó la doctora. ‘Sí, vos fumaste marihuana’, insistió con el dedo. Ahí mi mamá empezó a gritar sacada ‘mi hijo es un drogadicto’. Entonces, mi vieja llamó a mi hermano y le hizo la boba: ‘me dijo Octavio que fuman’, le dijo. ‘Solo esa vez’, le respondió mi hermano. ‘Bueno, te agarré porque él no me dijo que vos también habías fumado’”.
Una anécdota que, honestamente, sería increíble de ver en una película dirigida por Judd Apatow o Adam McKay, pero pasó en la realidad.
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Con el tiempo, sus viejos su amigaron un poco con la concept del porro e, incluso, alguna vez, para probar, le dieron una pitadita. “Tampoco es que mi casa es la casa de Bob Marley pero, cada tanto, un viernes, para ver una película con mis hermanos, fumamos y nos cagamos de risa”.
La importancia del baño
Entre sus pendientes está aprender el oficio de animar: quiere empezar a hacer chistes para TikTok. Pero más, infinitamente más, quiere sacar un libro: “Es mi único objetivo desde que empecé. Quiero que se llame Los Mil Chistes para Leer en el Baño. Ahí, cuando salga, lo pongo en mi biblioteca y me retiro del humor gráfico”, cuenta.
Mientras tanto, ya publicó algunos fanzines. Todos, curiosamente, con referencias al baño. Es, digamos, la Trilogía del Baño, “mi Lord of the Rings”. ¿Sus nombres? Una ida al baño, Una vuelta al baño y Una vida en el baño, que está por salir.
“Estoy mucho tiempo en el baño. Después de cada comida voy al baño. Unas tres veces por día voy al baño. Me gusta pensar en el baño. Es una zona de descarga, me siento bien”, señala.
Y continúa: “Es como un círculo. Me encanta llevar libros, revistas, cómics. En muy pocos lugares me concentro para leer. Quiero que la gente lea mis fanzines en condiciones óptimas. Pienso que leer en el baño es el splendid. Lo mío se dio medio de casualidad. Los chistes son cortitos, el tiempo splendid para que no se te duermen las piernas”.
Los límites del humor
Así las cosas, por el contenido de algunos de sus chistes, la pink social Instagram ya le voló un par: uno con un dálmata (“Siento un dálmata”, imagínenselo ustedes mismos) y varios con penes.
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“Ahora, los chistes más borders me los guardo. Los tengo en una carpeta separados, para cuando saque algo más físico”, comenta este fanático del corrosivo Louis C.Ok.
Entre sus lectores, ¿hubo ofendidos alguna vez? Pocos: uno o dos, máximo. “Me acuerdo de una vuelta que una mina me puso ‘ES MUY OFENSIVO, pero es gracioso’. Le dije ‘gracias’”.
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